El desafío de las pymes: estrategias y nuevas alianzas
Por: Guillermo Sirom, Presidente de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (CEPBA).
Más allá de la recuperación, hay que apuntar a la expansión en base a algunas líneas directrices que nos marquen rumbos y objetivos claros.
La vuelta de ciertas restricciones a la rutina cotidiana nos tienta para relanzar viejas reflexiones que hemos formulado durante el año 2020. No obstante, hay mucho para agregar a las consideraciones ya realizadas respecto de nuestra visión de una nueva normalidad, estructuras de nuevos costos y reconfiguración de distintos modelos de negocios.
Ahora vamos por el desafío de propuestas que bien pueden incubarse en tiempos de pandemia, para echar a rodar el día después.
Hay que soñar no sólo con la recuperación, sino con la expansión en base a algunas líneas directrices que nos marquen rumbos y objetivos claros. La intención prospectiva, en la cual hay un fuerte componente de imaginación y audacia puede ser un combustible importante para avanzar, por caso, sobre una fuerte alianza de la producción con nuestro sistema científico y tecnológico.
Esta alianza pasó de ser una importante hipótesis a constituirse en un engranaje fundamental de un armado de país necesitado de reconversión por las difíciles coyunturas, pero también para dar un salto de calidad que nos ponga en igualdad con los mejores estándares internacionales.
De hecho, las entidades empresarias bonaerenses como la CEPBA, la UIPBA, la FEBA y ADIBA hemos estado comprometidos con este sendero virtuoso que puede poner una luz al final del túnel y mucho más. Por ejemplo, el Tercer Congreso Industria 4.0 organizado por dichas entidades fue una clara muestra, con una fuerte presencia de la temática de transferencia tecnológica en la agenda de sus distintos talleres y eventos , como así también el Salón del Emprendedor que promueve el desarrollo de nuevas ideas y empresas , mejorando a través de la iniciativa y el emprendedurismo la inversión y creación de nuevos puestos de trabajo .
En un mundo donde necesariamente habrá, por cuestiones sanitarias, una reducción de ofertas de productos para una amplia región de Sudamérica, deberemos esforzarnos en pensar en la oportunidad de avanzar y cubrir necesidades de demandas masivas y nichos de mercado en aquellos lugares en que tengamos oportunidades de avanzar.
Es sabido que el sistema científico y tecnológico –agregando al universitario– tienen muchísimos proyectos para desarrollar y necesitados de audaces emprendedores para avanzar en la productos y servicios concretos para lanzar al mercado. Me consta que muchas veces algunos grandes proyectos salen con el apoyo de los denominados “inversores ángeles”, es decir aquellos que sin calcular la eficacia del proyecto deciden apoyar sin titubeos.
Creo que sin caer en el extremo de que todos debamos ser “ángeles”, sí resulta necesario que haya cada vez más inversores optimistas. Quienes, si no quieren tener la audacia de los “ángeles”, tengan la confianza suficiente en nuestros científicos y hombres de la tecnología y convencerse que, al igual que en el fútbol, no necesitamos comprar jugadores del exterior y confiar en nuestro club que en nuestro caso es el país.
“Sin industria no hay Nación”, reza un antiguo lema del fundador del banco nación. Yo ahora agregaría: “Sumemos con entusiasmo a la ciencia y la tecnología a la alianza de industria y nación”. Con una importante presencia del estado a través del CONICET, CONAE, CONEA, INTI, INTA, CICPBA, sistema universitario y distintos ministerios o Agencias de Ciencia y tecnología provinciales, entre otros.
Con ese fuerte soporte, basado en aporte de proyectos, manuales de buenas prácticas o soportes de clínica tecnológica podremos cumplir con metas soñadas tales como una adecuada sustitución de importaciones y conquistar mercados en el mundo atrayendo los dólares (TRABAJADOS), y que son necesarios para el desarrollo de nuestro país para equilibrar balanza comercial e ir hacia un superávit amplio de nuestras cuentas que den sustentabilidad en el tiempo.
De este modo, cristalizaremos una oferta exportable industrial, con fuerte valor agregado, identidad, tecnología y con mucha mano de obra capacitada que fortalezca y desarrolle a las economías regionales.
También podremos multiplicar el ingreso de divisas genuinas y no que la fuente predominante sea la de los préstamos y la especulación.
Por añadidura tendremos la posibilidad de incrementar mano de obra y ampliar, por qué no, la actividad económica desde otras líneas de producción que no estaban pensadas o que tienen un tibio inicio en nuestras tierras.
El camino debe ser racional y reflexivo, sin desesperación, pero con compromiso de avanzar hacia un destino de grandeza económica en unidad de objetivos, con la participación de todos los actores protagonistas de un futuro compartido.